Contratistas hispanos en los Estados Unidos: progresar al infinito

Por JORGE ARBOLEDA
Pintor Pro Senior Editor

Es difícil medir la enorme magnitud de las contribuciones de los hispanos a la economía y la sociedad de los Estados Unidos. Pese a ser menos del 20% de la población total del país, ya en el 2020, según el U.S. Bureau of Labor Statistics (la oficina de estadísticas laborales del gobierno), los hispanos componían el 30 por ciento del total de trabajadores en la construcción. Y ni qué se diga del área de la pintura comercial y residencial, donde la presencia de los hispanos es aún más vital, llegando a ser el 59% de la población laboral.


Los hispanos, sin embargo, parecen no darles mayor importancia a todas estas cifras. Y mencionarles el Mes Nacional de la Herencia Hispana a los contratistas hispanohablantes de pintura suele despertar en ellos una misteriosa sonrisa que parece querer quitarle relevancia. Claro que conocen la celebración. Lo que pasa es que no hace ninguna diferencia en su día a día.

No es que no sea algo especial. Los hispanos saben del importante rol que desempeñan en este país. Sucede que, como con tantas otras ocasiones festivas, las celebraciones también son una distracción. Les corta el impulso. El contratista hispano quisiera trabajar sin descanso. Le agobia el deseo quizá inalcanzable de progresar al infinito y ser capaz de proveer una bonanza material para todos: sus familias, sus trabajadores, las familias de sus trabajadores… y así sucesivamente. Detenerse a festejar no es lo suyo cuando el trabajo en sí ya es una celebración, una recompensa en sí mismo. No es que no les interese el dinero. Sino que, cuando el éxito se mide por las sonrisas de sus trabajadores, poner dinero en sus propias cuentas bancarias es, como le dicen aquí, la cerecita del pastel.

Ese es el testimonio de mis años como editor de Pintor Pro, la revista bilingüe de The Sherwin-Williams Company. La única revista dedicada a los contratistas hispanos de pintura en un país de más de 300 millones de habitantes. No es poca cosa lo que hacemos desde esta esquina. Y no es poca cosa haber conocido, como parte de este itinerario, a gente de todas las Américas, desde Cuba y Bolivia, hasta México y El Salvador. Gente que me honra conocer y con quienes tengo el orgullo de compartir la hispanidad que nos une.

Ahora, hablemos de esta gente.

Clase maestra de pintura

Raciel Ramos & Raciel Ramos Jr. of A-1 All Florida Painting

No exageran quienes afirman que, para los hispanos, la familia es lo más importante. De hecho, muchos contratistas de pintura tratan de involucrar a sus hijos e hijas en el negocio.

Raciel Ramos, por ejemplo, quien llegó a Miami muy jovencito desde Cuba, tiene a su hijo mayor, Raciel Jr., a cargo de la administración de su compañía de pintura comercial, A-1 All Florida Painting, una firma que ha pintado las gigantescas sedes de compañías de cruceros internacionales como Virgin, Carnival y Royal Caribbean en el Puerto de Miami. Pero antes de llegar a ese puesto, su padre lo puso a pintar como cualquiera de sus empleados.

“Mi papá me tuvo trabajando mucho tiempo con un rodillo. Me decía, ¿cómo vas a ser jefe si nunca has trabajado en eso?”

Las enseñanzas de su padre siguen siendo claves. Unos sólidos cimientos de integridad que repercuten hacia el futuro, como cuando dice: “Yo diría que el dinero no es lo importante sino quedar bien. Si quedas bien con el cliente, eso vale más que tener dinero. Tu nombre, tu reputación, es lo que vale más a la larga”.

Un emprendedor en Atlanta

Owners of True Aesthetic Painting

Isidro Javier Domínguez llegó a la pintura, literalmente, de la mano de su padre.

“La primera vez que entré a una tienda de Sherwin-Williams tenía cinco años y mi papá me llevaba a comprar el papel decorativo que colocaba en las casas,” recuerda. Luego de años como pintor para distintas compañías, decidió lanzarse con su hermano menor y un amigo a fundar su propia empresa, True Aesthetic Painting, concentrándose poco a poco en las residencias de alto nivel en el competitivo mercado de Atlanta.

Totalmente bilingüe, aunque Domínguez nació en Texas y es culturalmente todo un “americano”, es también profunda y orgullosamente mexicano.

En mi experiencia entrevistando pintores, el profesionalismo de Domínguez es algo digno de destacar. Al preguntarle si tiene miedo a la competencia que cobra poco y podría quitarle contratos, su respuesta es notable.

“No todos los clientes van a ser para nosotros ni nosotros vamos a ser para todos los clientes. Los clientes que nos contratan saben por lo que están pagando. Lo nuestro es el servicio al cliente, el respeto a su tiempo, a su propiedad, que es donde muchos pintores fallan. Nosotros tratamos de ser muy cuidadosos, de tratar su propiedad como si fuera nuestra casa, y darle el mismo servicio sin importar el precio del trabajo”.

Una latina que se hace respetar

Aideline Amarán of the Amaran Group

Muchos piensan que, tratándose de hispanos, el negocio de la pintura es cosa exclusiva de hombres. Y se sorprenden cuando ven que una mujer hispana ha sido capaz de crear una compañía floreciente. Ese es el caso de Aideline Amarán, dueña y fundadora de Amaran Group, LLC, una firma que pinta y renueva cada año de 10 a 15 unidades multifamiliares como los condominios y edificios de apartamentos que abundan en los vecindarios de Hialeah, El Doral o Kendall en Miami.

Nada le vino fácil a esta emprendedora cubana, cuyo padre Evaristo Amarán la trajo de niña junto a su familia desde la isla. Después de varios años trabajando con la firma contratista de su padre, decidió independizarse y comenzar desde cero. Cuando le preguntamos si le recomendaría a otra mujer ingresar a este negocio, piensa seriamente su respuesta y con ella nos muestra el temple de su carácter.

“Es una pregunta difícil por todo lo que he tenido que pasar. Pero si hay una mujer interesada en construcción, en pintura, yo le diría que no tenga miedo, porque de los cobardes no se ha escrito nada. Todo lo que uno se proponga en la vida uno lo puede alcanzar, y yo soy un ejemplo de eso”.

Casas de lujo en el corazón de Texas

Benito and Eric Luna of BLS Painting

Otro caso donde resalta la importancia del paso generacional, es el del contratista Benito Luna, quien vino desde Ciudad de México hasta Austin, Texas, en los años 80 y que, con los años, fundó una reconocida firma contratista de pintura residencial llamada BLS Painting.

Tras acabar la secundaria, su hijo Eric Luna entró primero a ventas y después de estudiar administración de empresas, se metió a fondo en el negocio familiar. Hoy en día es el rostro de la compañía y negocia los detalles de cada proyecto con clientes, constructoras, arquitectos y decoradores. La firma pinta actualmente un promedio de 50 a 60 mansiones por año, habiéndose creado un rentable espacio en el mercado de las residencias de lujo en el área central de Texas.

“Estas casas requieren de mucho trabajo, muchas horas dedicadas a detalles y la intervención de decoradores y arquitectos. Pero tratando bien a los clientes, ellos siempre regresan”, dice Eric.

Desde abajo hasta las grandes ligas

Javier Torres of Major League Painting

No todas las historias de los pintores hispanos comenzaron de forma idílica. A algunos el éxito les ha costado más de lo que quisieran admitir. Han tenido que salir de abajo, reconectar con sus raíces y rectificar el camino. Ese fue el caso de Javier Torres, propietario de Major League Painting, una pequeña firma contratista de Palo Alto, California.

Torres llegó muy jovencito a los Estados Unidos desde El Salvador, pero muy pronto dejó la escuela y se descarrió por las malas juntas que encontró en su vecindario. Años después, de cara hacia el abismo, tuvo la entereza de recapacitar y, decidido a cambiar, obtuvo su GED primero, y probó un trabajo humilde de jardinería que le ayudó a poner su vida en orden.

Un día, frustrado con un jefe que nunca cumplía con pagarle a tiempo, se dejó convencer por un amigo de probar un salto a ciegas hacia la pintura. Ese fue el cambio que su vida esperaba. Hoy, los malos tiempos son cosa del pasado. Como contratista profesional de pintura, es líder de una pequeña pero ambiciosa cuadrilla que cada año parece obtener más y más contratos. Y vive enamorado de su trabajo.

“Ser pintor no es poca cosa”, sostiene. “Y claro que es un motivo de orgullo. Todo pintor debe estar orgulloso. Uno debe decir ‘¡Simón, yo soy pintor!’ Y afirmar con certeza que uno es pintor porque sabe hacer las cosas. Y bien hechas”.


Esta historia se publicó en la edición de otoño de 2023 de la revista Pintor Pro. ©2023 Randall Reilly. Historia de Jorge Arboleda, editor senior de Pintor Pro. Lea más historias sobre contratistas de pintura exitosos en el archivo de la revista Pintor Pro.